El Banco Central Europeo (BCE)
ha recomendado a los países que están sufriendo altas tasas de paro por
los recortes en su gasto público una batería de medidas estructurales
que incluye reducir más los salarios y las indemnizaciones por despido.
La entidad presidida por Mario Draghi también ha aplaudido la reforma
laboral española, llegando a afirmar que “si se hubiera aplicado años
antes” habría reducido la destrucción de empleo.
El informe mensual
del BCE incluye en su análisis sobre la situación económica y monetaria
en la Eurozona un anexo titulado Los procesos de ajuste en la zona
euro: progresos en Irlanda, Grecia, España, Chipre y Portugal. En su
último epígrafe, La necesidad de más reformas estructurales y fiscales,
la entidad esboza una serie de medidas para “aumentar la competitividad
global, reducir el desempleo y restaurar la sostenibilidad de las
finanzas públicas”.
Para “aumentar la competitividad”, el BCE considera “urgente” el
reducir “los costes laborales y los márgenes de beneficio excesivos”,
especialmente en los países con un alto nivel de paro.
Para lo primero, el banco emisor sugiere medidas como “reducir el
salario mínimo”, “relajar las leyes de protección laboral”, “permitir la
negociación salarial a nivel de empresa” y “abolir la interrelación
entre salarios e inflación”.
Pero reducir los costes laborales no es suficiente para incrementar
la productividad “permanentemente”. El BCE pone como ejemplos de medidas
adicionales a tomar “privatizaciones”, “innovación tanto en los
procesos productivos como en la creación e invención de nuevos
productos”, “reforzar la formación de la mano de obra” e “iniciativas
para favorecer la creación de negocios”.
Para eso el informe recomienda adoptar políticas “valientes” que
lleven adelante una serie de reformas estructurales. Entre estas
reformas están “liberalizar las profesiones cerradas y la inmigración”,
“reorientar el gasto público hacia la educación, la investigación y el
desarrollo” y “reformar el sistema judicial y regulatorio para hacerlo
más favorable a los negocios”.
El BCE también sugiere “audacia” a la hora de “enfrentarse a sectores
privilegiados y grupos de interés”. El informe identifica “márgenes de
beneficio excesivos” en “negocios orientados hacia un público local,
especialmente en el sector servicios”. La entidad cree que “pueden
reducirse gastos” si se retiran “obstáculos a la competencia
[internacional]”, en particular en ciertos sectores “protegidos”. Esto
último puede lograrse si se rebajasen “las barreras de acceso a nuevas
empresas” o, simplemente, “reduciendo la burocracia”.
El anexo también analiza la evolución de los países que han llevado a
cabo recortes. Según el informe, “los ajustes han permitido a los
países recuperar en parte su competitividad debido a la reducción de sus
costes laborales”, aunque reconoce que “parte de la mejora se debe a la
destrucción de empleo en sectores de baja productividad”.
Inmediatamente, apunta: “El lado negativo ha sido un incremento en la
tasa de paro, especialmente pronunciado entre los jóvenes”.
El BCE sugiere que el aumento del desempleo se debe a la “tardanza”
de los actores sociales en acordar una rebaja en los sueldos, y señala
que desde el principio de la crisis los salarios han disminuido “con
retraso” (en el caso de Portugal) o “de forma muy limitada” (en el caso
de España y Chipre), aunque el BCE califica de “amplia” la reforma
laboral española.
La insistencia del BCE en la rebaja de los costes laborales como
solución al desempleo se ve desmentida por los datos. En Irlanda, pese a
ser el país donde, según la OCDE, se han reducido más los costes
laborales desde el principio de la crisis, la tasa de desempleo sigue
por encima del 14%. Además, en los cuatro primeros años tras la
explosión de la burbuja emigraron 99.000 irlandeses, un 2,2% de la
población del país.
Fuente: elpais.es